El amor intrusivo

Todos sentimos un deseo de dar y recibir amor. De proteger y cuidar así como de que nos valoren y reconozcan, pero ¿qué pasa cuando el amor se fusiona con la intrusión?

En ocasiones y aunque parezca contradictorio, surge un baile entre estos dos elementos que, de intensificarse, los fusiona. Dicha fusión entre amor e intrusión, confunde el significado real que tiene cada uno y nos impide darnos cuenta de que la forma en la que demostramos o pedimos amor está «contaminada».

La intrusión adopta muchas formas; en ocasiones aparece en forma de control y dominio, otras de violencia hacia otros o hacia uno mismo. Si la intrusión aparece varias veces en una familia o en una pareja, puede llegar a normalizarse y a repetirse una y otra vez. Si esto sucede, se cae en el riesgo de adoptar una postura que justifique el maltrato y lo utilice como única vía de comunicación.

Justificar dicha intrusión, en cualquiera de sus formas, aleja del verdadero significado del amor y de otros significados afines como la protección o la atención, convirtiendo al amor en una mala metáfora.

La empatía, tolerancia y comprensión son herramientas clave para disminuir la intrusión, así como la terapia, que ayuda a encontrar nuevas formas de dar y recibir amor, evitando el daño a uno mismo o a los demás.