En ocasiones mantenemos ciertos hilos invisibles que nos llevan a comportarnos de una manera que nos hace sufrir o que no corresponde con lo que realmente queremos. Nos llevan al autosabotaje, a repetir patrones dolorosos e incluso a presentar síntomas físicos.
Cada vez que intentamos lograr algo que nos hace bien pero no lo conseguimos o nos vemos envueltos en situaciones similares una y otra vez sin poder salir de ellas, es normal que sintamos confusión y nos preguntemos por qué hacemos lo que hacemos o para qué. La respuesta podría estar relacionada con esos hilos inconscientes que son las lealtades familares.
En todas las familias existen siempre leyes implicitas que establecen cuáles son las creencias, los valores y hasta las emociones permitidas en ella. Estos códigos ocultos también posicionan a sus miembros en un lugar específico y por tanto con una función específica.
Para ejemplificar lo anterior, una familia puede visualizarse como una gran obra de teatro, en donde se espera que los personajes que le dan vida adopten un compromiso y cumplan con su papel dentro de ella. Es por esto que cuando uno de los personajes busca algo de autonomía y rompe con esas expectativas es posible que estallen conflictos en contra de la persona «desleal» que ha abandonado su papel.
Resulta difícil desafiar estas obligaciones encubiertas ya que a lo largo de la vida escuchamos e interiorizamos mandatos que si no seguimos nos generan culpa. Ejemplos de estos mandatos podrían ser: «soy un fracaso», «debo estar siempre feliz», «no puedo equivocarme», «soy como mi abuelo, debo ser impulsivo», «soy un estorbo», «no soy suficiente», «no debo pedir ayuda». Estos mandatos son aquellas voces que escuchamos como si tuvieramos a la familia en la cabeza, por lo que permanecen con nosotros a donde quiera que vayamos y por tanto impactan en diferentes áreas de nuestra vida.
Cuestionar o actuar de forma diferente al mandato genera una sensación incómoda, de haber hecho algo mal, en cambio continuar con las expectativas reafirma la «lealtad» a la familia llegando a experimentar una falsa seguridad por elegir lo conocido. Es por esto que muchas personas prefieren traicionarse a sí mismas que ser desleales quedando atrapadas entre esos hilos; eligen lo que les es familiar aunque esto pueda generarles algún daño.
También es importante mencionar que no todos los mandatos son maladaptativos; que es natural que repitamos lo que aprendimos en la infancia que era lo correcto hacer y que afrontemos nuevas situaciones de la misma forma, sin embargo es importante que identifiquemos cuáles de esos mandatos siguen vigentes y cuáles nos apartan de una vida independiente o de cumplir nuestros sueños.
La terapia nos ayuda con ese proceso de introspección, a poder cortar con esos hilos de lealtad que generan sufrimiento para sustituirlos por patrones y creencias más saludables.