Una narrativa es la atribución de significado a una experiencia relacional, es la historia que nos contamos a nosotros mismos de aquello que vivimos. Comenzamos a elaborar estas historias desde que nacemos y hasta que morimos, es algo que hacemos toda la vida sin interrupción.
Las narrativas están estrechamente conectadas con nuestras acciones y emociones, en cómo elegimos responder a los hechos y cómo nos sentimos frente a ellos. Existen de dos tipos: las negociables y las no negociables.
Las no negociables son aquellas que son incuestionables porque de alguna manera se relacionan con nuestra identidad o con algo que nos define como puede ser el género, la edad, nacionalidad. Estas historias son nuestra base y nos sirven de guías para navegar en el mundo.
Por su parte, las negociables son aquellas narraciones que son más flexibles, son aspectos que pueden ser cuestionados, aquellas historias o explicaciones que sí pueden cambiar. Esto es importante ya que si la historia que nos contamos en el presente cambia, también puede dar un nuevo significado al pasado y cambiar nuestras acciones a futuro.
En ocasiones, las historias que nos contamos o las explicaciones que nos damos son muy limitadas, rígidas o deterministas lo que nos puede generar mucho sufrimiento. Uno de los objetivos de la terapia es liberar de estas historias acotadas para que puedan ser sustituidas por otras más saludables. Cuanto más variadas y completas sean, mejor.
Contar una historia diferente no signfica que se rechace la historia anterior, sino que mediante preguntas, detalles y matices se completa introduciendo nueva información que se había pasado por alto o se conecta la información existente de una forma diferente. A esta conversación que se da en terapia, generadora de nuevas historias, se le llama diálogo terapéutico.
El diálogo terapéutico expande; abre caminos, amplía la visión y ofrece una narración alternativa donde el protagonista gana mayor libertad y autonomía.